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No hay condenación.
No hay condenación
El Señor Jesús, Dios desde toda la eternidad, tomó forma humana y vino a vivir en la tierra en persona por varias razones, y la principal de ellas es liberar a los que durante toda su vida estuvieron sometidos a la esclavitud por el temor a la muerte.
Jesús vivió una vida de reemplazo por nosotros, se sometió a todas las leyes de Dios y del hombre y las cumplió perfectamente; ofreció su cuerpo a los abusos y al sufrimiento, sabiendo que de esa manera asumía por completo el castigo que nosotros merecíamos. Por último, se entregó a la muerte misma, y por el gran intercambio que sucedió en el Calvario, nuestra muerte se convirtió en su muerte y su inocencia se convirtió en nuestra.
¿El resultado final?
“Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:1,2).
He aquí por qué usted nunca debe temer a Dios otra vez: Sus pecados han sido perdonados, todos ellos, de manera objetiva, gratuitamente, hace mucho tiempo, sin referencia a su desempeño. Es una herencia, no es un pago. El perdón es suyo, todos los que creen lo tienen.
Dios lo dice realmente: ninguna condenación significa que no hay condenación. Ahora puede respirar tranquilo.
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