No hay victoria sin batalla.
No puedes permitir que el miedo te frene, debes ser
valiente y seguir adelante a pesar de que te estés muriendo del miedo. Los
gigantes no se vencen quedándote atrás del campamento. Los valles no se
conquistan escondidos en una cueva. No siempre serás el vencedor ¡eso es
seguro!, pero aun en medio de tus derrotas debes ser capaz de poder avanzar,
con la frente en alto, poniendo tu mirada en aquel que te llamó a hacerlo. No
siempre estarás bien, no siempre serás feliz, no siempre obtendrás la victoria.
A veces, estarás triste, pasarás hambre, estarás enfermo, te sentirás solo y
abandonado. Pero debes entender que de las batallas más cruentas salen los
guerreros más fuertes, de los momentos agónicos de tu vida es de donde vendrán
tus fuerzas y sacarás las mejores lecciones que puedas aprender en toda tu
vida, porque cuando triunfes no siempre aprenderás, pero cuando fracases
siempre aprenderás la lección (aunque veces al parecer no aprendemos lo
suficiente como para ponerlo en práctica y no volver a hacerlo en la vida).
A
veces, tus sueños se cumplirán, todos tus planes se realizarán con éxito; pero
también, a veces, tus sueños deberán morir y tus planes deberán cambiar.
Algunas veces Dios te usará de una manera tan impresionante que todos querrán
estar a tu lado, pero otras veces, Dios te pondrá en “espera” y dejará que
comiences a aprender y a crecer a través de sus procesos. Unos días sentirás
que puedes vencer al mundo entero, al día siguiente querrás tirar la toalla y
no seguir adelante. Muchas veces Dios hablará a tu oído, te susurrará con su
voz; otras veces Dios guardará silencio y tendrás que aprender a interpretar
los silencios que él haga a lo largo de tu vida. En fin, el temor es algo
normal, todos hemos sentido miedo en algún momento de nuestras vidas; los
apóstoles se sentían atormentados por los que los perseguían, se tenían que
esconder, tenían que huir de los lugares en donde los querían matar, pasaron
hambre, tuvieron sed, sufrieron mucho durante su vida, pero la diferencia fue
que aun mientras ellos pasaron por estas cosas en ningún momento dejaron de
seguir adelante, nunca dejaron de creer, nunca se dieron por vencidos, jamás
tiraron la toalla. No hay resurrección si antes no pasas por la cruz. No hay
victoria sin batalla.
-DGFA
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